miércoles, 7 de septiembre de 2016

Llegó el 2016.

Pasé años intentando recordar cuál era la cuenta con la que usaba este blog. 
Supongo que lo recuerdo ahora porque necesitaba escribir en algún lado. Y de todas formas nadie lee esto, digo, hace mas de 4 años que no subo nada. Pero supongo que eventualmente todos sabíamos que no iba a resistir volver a este lugar, que durante mucho tiempo fue mi único lugar. Y como ya no lo necesitaba, lo abandoné. Mi vida había empezado a funcionar otra vez (por primera vez).
Y ahora tengo 14 años otra vez. Pero esta vez es todo mucho más real. A los 14 años era fácil pensar que el mundo se acababa porque un vago con el que había salido por 3 meses había estado con otra. Era una enferma, sí, y estaba obsesionada, y todo era súper difícil porque siempre siempre fui la reina del drama.
Pero ahora con 23, y después de más de dos años y medio de una relación perfecta, sé que el mundo no se termina. Sé que voy a sobrevivir. Y sé que no voy a querer vivir así, sé que mis días van a estar desprovistos de color, porque ya lo están. Porque desde el día que saliste caminando por la puerta de mi casa, después de que lloráramos durante 3 horas encerrados, supe que ya nada iba a tener el mismo sabor. 
Pero lo que más me duele es la incertidumbre. Me duele no poder pelear por vos. Me duele tener que quedarme en el margen, mirando, esperando, sin poder hacer absolutamente nada. Sabiendo que todo lo que haga, es peor. Saber que no puedo verte, no puedo hablarte. Y que cada vez que lo hago la cago. Pero no puedo estar sin vos, ¿sabés?. Es demasiado difícil lo que me pedís. E intento no aferrarme a la esperanza de que un día vas a volver. Porque el día que me digas que no lo vas a hacer, no voy a querer seguir. Si tengo la mínima esperanza de que vuelvas (y que no sé cómo sacármela), voy a querer morir cuando sepa que no lo vas a hacer.
¿Te acordás la primera vez que viniste a casa? Cómo te ponías tan nervioso porque te mirara a los ojos... Y yo ese día, supe que no quería nunca más mirar otros ojos. Supe que quería perderme para siempre ahí. Supe que nunca otros ojos me iban a hacer sentir lo que me hacen sentir los tuyos. Supe que quería tener 90 años y seguir mirándolos. Y no sabés lo que duele ya no tenerlos. Lo que duele pensar en tu sonrisa. 
Yo sé que también la estás pasando horrible. Pero somos distintos: vos tenés una decisión que tomar. Vos tenés un camino que hacer. Vos tenés algo en qué pensar. ¿Yo? Yo no tengo nada. Estoy sola, sola, sola. Y busco muchísimas cosas para hacer, para no pensar en todo lo que me está pasando, para no pensar todo el dolor que tengo adentro. Pero nada me alcanza. Nada. 
Y no miento cuando digo que no te voy a dejar de amar. Nunca podría no amarte, tomes la decisión que tomes. Y voy a tener que aprender a vivir con este amor. Porque sé que siempre voy a esperarte. Y voy a seguir adelante, de alguna forma lo voy a hacer, pero en realidad siempre te voy a estar esperando. Al final de mi camino siempre vas a estar vos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario