- Cuando me quedaba poco para cumplir los dieciséis, comencé a pensar en dejar la ciudad para vivir en plena naturaleza. Por lo menos, por un tiempo.
Tally asintió lentamente. Recordó que Shay le había contado lo mismo cuando se habían conocido, con aquellas palabras que le incitaron a seguir el camino hasta el Humo.
- ¿Y convenciste a Shay, Croy y los demás para que fueran contigo?
- Lo intenté. – Zane se echó a reír -. Al principio pensaban que estaba loco, porque no se puede vivir a la intemperie. Pero una vez allí conocimos a aquel tipo que…
- Para -dijo Tally. De repente, sintió que el corazón le latía muy rápido, como cuando uno tomaba un purgante y el metabolismo se ponía en marcha para quemar las calorías. Se notó las mejillas mojadas, pero los rostros de los perfectos no sudaban…
Tally pestañeó, apretando los puños hasta que se le clavaron las uñas en la palma de las manos. No sabía por qué, pero el mundo había cambiado. La luz del sol se filtraba con dureza en forma de puntitos entre el follaje del árbol mientras trataba de respirar hondo y despacio. Recordó entonces que la noche anterior le había ocurrido lo mismo al ver a Croy.
- ¿Tally? – dijo Zane.
Tally movió la cabeza de un lado a otro, dándole a entender que no quería que dijera nada. No sobre quien hubiera conocido en las Ruinas Oxidadas. Se oyó a sí misma hablándole deprisa para que guardara silencio, repitiendo lo que Shay le había contado.
(…)
Tally miró a Zane, cuyos ojos hermosos seguían clavados en los posos del café, y sintió que se relajaba. Sonrió. Lo vio tan trágico allí sentado, con sus oscuras cejas arqueadas en un gesto de desesperación, arrepintiéndose aún de no haber tenido el valor de huir al Humo, que alargó la mano para coger la suya.
- Eh, que no es para tanto. Tampoco es que aquello fuera una maravilla. Más que nada te quemabas al sol y te picaban los bichos.
Zane alzó la vista hacia ella.
- Al menos tú tuviste la oportunidad, Tally. Fuiste lo bastante valiente como para averiguarlo por ti misma.
- No me quedaba otra. Tenía que encontrar a Shay. – Tally se estremeció y apartó su mano de la de Zane-. Tuve suerte de poder volver.
Zane se acercó a ella y alargó el brazo para pasar sus delicados dedos por la piel pulverizada sobre la cicatriz de Tally, abriendo aún más sus ojos dorados.
- Me alegro de que lo hicieras.
Tally sonrió, acariciándole el dorso de la mano.
- Yo también.
Zane metió los dedos entre sus cabellos y la atrajo con dulzura hacia sí. Tally cerró los ojos y dejó que los labios de él se pegaran a los suyos mientras subía el brazo para sentir la tez suave e impecable de su mejilla.
El corazón de Tally volvía a latir con fuerza, y la mente le iba a toda velocidad incluso cuando sus labios se separaron. Una vez más, la realidad cambiaba a su alrededor, pero esta vez le gustó la sensación.
(…)
Y de todos los giros inesperados que habían tenido lugar en las últimas veinticuatro horas, aquel era el mejor. Besar a Zane era mareante, pero no como cuando se vía sumida en la oscuridad. Tally notó sus labios calientes, suaves y perfectos, y se sintió segura.
Tras un largo momento, los dos se separaron un poco. Tally, que seguía con los ojos cerrados, sintió el aliento de Zane en su cara y sus manos calientes y suaves en la nuca.
-David – susurró.
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